La biotecnología vegetal comenzó en Argentina a fines de la década del ’80, conduciendo al desarrollo de numerosos grupos de investigación en instituciones públicas y, una década después, a algunas iniciativas privadas. Las numerosas capacidades científicas y tecnológicas existentes en el país permitieron en 1991 la conformación de un sólido sistema regulatorio para organismos genéticamente modificados. Las primeras aprobaciones comerciales comenzaron en 1996 y, hasta la fecha, 59 eventos han obtenido permisos para ser puestos en el mercado, sin embargo, solo dos han sido desarrollados localmente por colaboraciones público-privadas. Los eventos transgénicos desarrollados en instituciones públicas persiguen objetivos diferentes en diversos cultivos. No obstante, una vez que dichos eventos han sido desarrollados en laboratorios, es difícil que avancen a una posible aprobación comercial. En este trabajo, se analizan las razones que podrían explicar por qué los desarrollos locales no han alcanzado la aprobación para comercialización, destacando aspectos relacionados con la falta de visión estratégica de las instituciones para enfocar los recursos en proyectos de desarrollo de productos biotecnológicos. Si bien se ha avanzado en la generación de normas regulatorias adaptadas a los institutos de investigación (tales como el reglamento para invernaderos de bioseguridad y formas de presentación de solicitudes), los investigadores aún no conciben las ciencias regulatorias como una disciplina. Generalmente, prefieren no involucrarse en el diseño de ensayos a campo regulatorios o asuntos regulatorios vinculados a la evaluación de eventos. En ese sentido, algunos de los aspectos contemplan una plataforma de asuntos regulatorios para el sistema científico público y el reforzamiento de los laboratorios que realizan las pruebas exigidas por la normativa argentina.
Instituto para la Cooperación Científica en Ambiente y Salud
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